ADRA está considerada por los organismos internacionales como una red de agencias de ayuda humanitaria y de desarrollo que en la actualidad tiene presencia en más de ciento treinta países. ADRA es el brazo humanitario global de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, parte de una comunidad adventista de 20 millones de personas, con cientos de miles de iglesias en todo el mundo y la mayor red integrada de atención sanitaria y educación del mundo. ADRA proporciona ayuda de emergencia y desarrollo a personas vulnerables, independientemente de su origen étnico, afiliación política, género o asociación religiosa. Al asociarse con las comunidades locales, las organizaciones y los gobiernos, puede ofrecer programas culturalmente relevantes y desarrollar la capacidad local para un cambio sostenible. Los orígenes de ADRA, Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales, se sitúan aproximadamente en la década de 1980. Pero la acción humanitaria adventista es anterior. En 1918, justo después de la Primera Guerra Mundial, la Iglesia Adventista del Séptimo Día estableció un comité de ayuda a Europa a causa de los desastres producidos por la contienda. En la actualidad, ADRA sigue creciendo y evolucionando. El área de cooperación para el desarrollo y de la acción humanitaria y de emergencia se ha mantenido firme a sus valores, procurando trabajar por la equidad, la justicia y la participación de los pueblos. ADRA mantiene su trabajo en red, relacionándose con el resto de ADRA´s del mundo y con otras redes y plataformas. El trabajo en Red permite el intercambio de experiencias, trabajo en equipo, traspaso de conocimientos, pero sobre todo colaboración.
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre.
2 Corintios 9: 7-9